La temporada de frío suele traer consigo una serie de molestias: tos, resfriados, congestión nasal e incluso trastornos gastrointestinales. Todo esto es consecuencia de virus que circulan con mayor intensidad durante esta época del año.
Esto ocurre porque, en invierno, nuestro sistema inmunitario se encuentra más vulnerable, afectado tanto por el clima como por ciertos comportamientos cotidianos. Entre los factores que lo debilitan encontramos:
Cambios bruscos de temperatura entre ambientes interiores y exteriores
Dietas desordenadas propias de las festividades
Aumento del apetito por el frío, que conlleva un mayor esfuerzo metabólico
Estrés físico y emocional por la vuelta al trabajo o a los estudios
En este contexto, es normal que el sistema inmunitario tenga dificultades para responder eficazmente ante las agresiones externas. Por eso, es fundamental adoptar estrategias que lo fortalezcan y lo preparen para protegernos de forma óptima.
¿Sabes cómo funciona tu sistema inmunológico?
Cuando nuestro sistema inmunitario funciona bien, casi no pensamos en él. Solo lo recordamos cuando enfermamos. Sin embargo, este sistema nos protege desde el nacimiento, defendiéndonos de virus, bacterias y otros patógenos a través de un mecanismo complejo que debe ser cuidado y apoyado.
El sistema inmunológico se compone de:
Una parte innata, formada por barreras físicas como la piel, saliva, mucosas, sangre e intestino
Una parte adaptativa, adquirida a lo largo del tiempo mediante:
Anticuerpos transferidos a través de la leche materna
Enfermedades pasadas, que enseñan al cuerpo a reconocer ciertos patógenos
Vacunación
Este sistema complejo requiere equilibrio, apoyo y estímulo para funcionar correctamente.
¿Qué debilita el sistema inmunitario?
Además de la exposición a virus y bacterias, existen factores relacionados con el estilo de vida que pueden debilitar nuestras defensas, pero que también podemos modificar de forma consciente.
Entre los principales factores que favorecen la inmunodepresión están:
Una alimentación desequilibrada
La falta de actividad física
Altos niveles de estrés, que elevan el cortisol (la “hormona del estrés”)
Malos hábitos de sueño
Deshidratación, muy común en invierno, ya que sentimos menos sed
Una de las estrategias clave es llevar una alimentación variada y nutritiva, que garantice el aporte de todos los micronutrientes esenciales como vitaminas, minerales, aminoácidos y antioxidantes. Estos nutrientes son fundamentales para que el organismo realice correctamente sus funciones vitales, incluida la defensa inmunológica.
Opción detox para eliminar toxinas y reforzar el sistema inmunológico
Otra estrategia eficaz para cuidar el sistema inmunitario es realizar una depuración del organismo, especialmente del hígado, que es el órgano principal encargado de filtrar toxinas.
La detoxificación puede lograrse mediante una dieta equilibrada y el uso de plantas medicinales adecuadas, preparadas en forma de tés o decocciones, que ayuden al cuerpo a eliminar residuos que ralentizan su funcionamiento.
Hacer un ciclo detox durante los cambios de estación o después de las fiestas es una elección inteligente, ya que:
Elimina toxinas acumuladas por comidas abundantes y sedentarismo
Acelera los procesos enzimáticos y metabólicos
Favorece el bienestar general
Mejora la respuesta inmunitaria
Un cuerpo más limpio y en equilibrio tiene defensas más reactivas y eficientes para hacer frente a los desafíos de la temporada invernal.